CURSO ÁGORA – Teología de la Violencia

En las Escrituras, existen numerosos pasajes en los que se registran eventos, palabras o acciones que dejan ver la figura de un “dios violento”. Estos han dado lugar, al mismo tiempo, a diversas interpretaciones en las que, además de arribar a la comprensión de que el Dios de la Biblia es violento, se ha encontrado en ello la justificación, la fundamentación e, incluso, una promoción de la violencia en la práctica cristiana.

Es un hecho innegable que en el texto bíblico se encuentran una diversidad considerable de expresiones violentas; sin embargo, ¿podemos considerar que la Biblia avala, justifica o promueve la violencia en alguna medida o de algún tipo? Es, el Dios revelado en la Escritura, ¿un dios violento? ¿Cómo entender los textos que refieren, narran u “ordenan” la práctica de la violencia? ¿Cómo entenderlos en su carácter de revelación y palabra de Dios? ¿Qué valor o interpretación debemos darles a la luz del Evangelio?

Las respuestas que demos a estas preguntas son importantes por varias razones. En primer lugar, nuestra manera de recibir la revelación de Dios determinará el tipo de relación que cultivemos y promovamos con Él. En segundo lugar, nuestra predicación y enseñanza están determinadas por la manera en que explicamos el texto bíblico y las reflexiones que se derivan de ello. En tercer lugar, debido a que la Biblia es nuestra norma de fe y conducta, las conclusiones a las que arribemos determinarán la actitud o la práctica de la violencia en la propia vida, en el desarrollo de la misión y en nuestras posturas frente a situaciones sociales y políticas de violencia. Finalmente, respecto a los cuestionamientos que se hacen hacia la fe cristiana en la Biblia y en el Dios que se revela en ella, sobre todo en el Antiguo testamento, demandan una exposición racional, coherente y mansa frente a nuestros interlocutores.

Es el propósito de esta clase, hacer un análisis de esta realidad y ofrecer algunas respuestas y orientaciones, bíblicas, teológicas y pastorales, a fin de afirmar nuestra fe y ofrecer orientación, dirección y participación proactiva respecto a la violencia, y sobre todo respecto a la pacificación.